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Senegal: Pesca.

El sector de la pesca marítima es la primera fuente de divisas del país y representa un 12.4% del PIB del sector primario y un 2.8 % del PIB total.

El sector pesquero es fundamental para la subsistencia de una parte importante de la población. Y hablamos de subsistencia no solamente en términos económicos sino, también, sociales y culturales. La pesca no es solo una actividad económica, impregna todos los ámbitos de la vida: desde las opciones o estrategias matrimoniales y el tipo de relaciones familiares y vecinales, hasta cómo representarse el mundo o expresar emociones y sentimientos. En definitiva, se trata de las culturas del trabajo de los pescadores senegaleses que, a su vez, varían según las etnias de pertenencia.

El sector pesquero emplea directamente a más de 52.000 pescadores artesanales y 5.000 en la pesca industrial, dando trabajo indirectamente a más de 600.000 personas, incluida una proporción importante de mujeres, dedicadas a la transformación del pescado. La pesca representa cerca de un 30% de las exportaciones del país y constituye alrededor del 1,9% del PIB. Aunque existe la pesca continental, que se ejerce sobre todo en el río Senegal y se destina mayoritariamente al consumo local -lo que tiene, sin duda, gran importancia en la medida en que frena el éxodo rural-, la mayor parte de la pesca es extractiva de origen marino, concentrándose el 80% de la actividad en los puertos pesqueros de Saint Louis, Kayar, Yoff, Soumbédioune, Hann, Rufisque, Mbour, Joal y Djiffére. En definitiva, la pesca ocupa un lugar fundamental en cuanto a la seguridad alimentaria del país, tanto por las proteínas que aporta a la mayor parte de la población como por el lugar que ocupa en el sistema económico y generación de empleo.

Si hacemos referencia a las distintas etnias, los Wolofs de Guet-Ndar (Saint Louis), los Lébous de la península de Cabo Verde y la Petite Cote y los Serer-Nyominkas de las islas del delta del Saloum son las tres grandes comunidades de pescadores.

En Senegal, se produjo el hundimiento de los grandes sectores de la economía, uno de ellos, la pesca, como consecuencia de la puesta en práctica de políticas de liberalización comercial y de privatizaciones impuestas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Las políticas de liberalización comercial propiciaron la llegada de personas del interior, que vieron en la pesca una salida a la difícil situación en que se hallaba la agricultura como consecuencia de la imposición del monocultivo del cacahuete y la situación de sequía.

Con la crisis del cacahuete, las exportaciones de productos de pesca se pusieron por delante de la exportación del cacahuete y del fosfato, hasta entonces en primer lugar, reorientándose gran parte de la producción de pesca artesanal hacia los mercados exteriores, principalmente Europa y Asia, como medio de obtención de divisas. Esta reorientación de los productos de la pesca artesanal hacia la exportación se propició a través de acuerdos entre la UE y Senegal, subvenciones a la exportación por parte del gobierno senegalés y devaluación del Franco CFA en 1994, lo que fue determinante para la competitividad de los productos senegaleses. Sin duda, esto provocó efectos en el aprovisionamiento del mercado interior.

Por tanto, una de las consecuencias sociales de la globalización de los mercados ha sido el gran movimiento interno de población procedente del medio rural hacia la costa, lo que ha propiciado que los barrios pesqueros crecieran por encima de la media nacional y ciudades costeras, como Joal, vieran multiplicarse la población hasta por cuatro en las últimas décadas. La pesca se expandió así entre los Serer cultivadores de cacahuete, y entre los Diola, cultivadores de arroz en la Casamance. Todo ello implica transformaciones a distintos niveles. Por un lado, transformaciones en relación con los sistemas de parentesco; así, por ejemplo, el empleo en las piraguas de personas ajenas a la familia e, incluso, a la localidad – muchos llegan de zonas rurales-, provoca no solo cambios en las maneras de organización del trabajo, sino también cambios a nivel familiar pues hasta no hace mucho lo usual era emplear a parientes. También se producen transformaciones en relación con los sistemas de liderazgos, como es el papel crecientemente importante de los mayoristas, cuya hegemonía económica les confiere una posición social cada vez más apreciada. O transformaciones en relación con las culturas del trabajo, como es el hecho de que haya variado el sistema de reparto, pasando de la división a partes iguales a marcar la diferencia entre el propietario de los medios de producción (piraguas, redes, motores, etc.) y los pescadores asalariados.

Otro cambio consecuencia de toda esta incorporación a la pesca de población con escasa tradición en la actividad es la mayor sobreexplotación del medio, lo que, a su vez, obliga a los pescadores a alejarse cada vez más de la costa para asegurar el producto. Dicho esto, y aunque pasemos a analizarlo enseguida, es necesario señalar ya aquí que el proceso de sobreexplotación del ecosistema no se ha debido únicamente a este movimiento interno de población sino, sobre todo, al desarrollo de la flota industrial extranjera a partir de los años 70.

Por todo ello, a pesar de su importancia estratégica, el sector de la pesca se enfrenta en la actualidad a una crisis estructural de sobreexplotación que pone en peligro la durabilidad de diversas especies y, en consecuencia, su contribución a la mejora de las condiciones de vida de la población, ya que la pesca ocupa un lugar importante en la seguridad alimentaria nacional.

La nueva línea política sobre la que se está profundizando a partir de la segunda mitad de 2012 con la llegada al poder de M. Macky Sall es desarrollar la pesca en pos de su sostenibilidad. Para ello, la actual forma de gestión de la pesca se centra en dos puntos clave: la protección de las principales zonas pesqueras y sus recursos, y una mayor descentralización que haga partícipes a los actores locales. Para ello, desde el gobierno, se están poniendo en juego diversas estrategias que abarcan desde la prohibición de tecnologías y técnicas especialmente agresivas con el medioambiente– con destrucción del entorno y captura de alevines-, hasta la creación de Reservas Naturales Marítimas, las denominadas AMP, fenómeno novedoso en Senegal que implica a actores locales, gobierno y comunidad internacional.

La creación de las AMPs es parte de un proyecto mayor, el Programa de Conservación Marina en la África Occidental, promovido conjuntamente por los gobiernos nacionales, la UICN (Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza), la WWF (World Wildlife Fund.), la FIBA (Fundación Internacional del Banco de Arguin) y Wetlands International, contando además con el apoyo financiero del BM y el FEM (Fondo para el Medioambiente Mundial). Las Áreas Marítimas Protegidas fueron definidas en 1996, en el Congreso Mundial de la Conservación en Montreal, como “todo espacio intercostero o infra costero junto con sus aguas, su flora, su fauna y sus recursos históricos y culturales que la ley u otros medios eficaces han puesto en reserva para proteger en su totalidad o parcialmente el territorio así delimitado”. Su diseño e implementación conlleva un trabajo de años al involucrar a distintos actores sociales con diferentes intereses –económicos, políticos, ecológicos, lo que hace necesario partir de una perspectiva no solo ecológica sino, también, humana, pues indudablemente afecta a los modos de vida de comunidades concretas.

Se crearon cinco AMPs, de norte a sur, Saint-Louis, Kayar, Joal-Fadiouth, Bamboung yAbéné. Por un lado, es una herramienta para garantizar la restauración del stock de pesca; por otro, gestiona los conflictos que suscita la explotación de estos recursos, constituyendo un espacio para el diálogo y la implicación de los actores locales, en tanto que sigue siendo, no nos olvidemos, una institución gubernamental, con un personal paramilitar para su vigilancia, protección y gestión técnica.

En cuanto a la apuesta del gobierno por la descentralización en la gestión de la pesca, la política senegalesa ha optado por la cogestión de los muelles, lo que significa un proceso de devolución de competencias y capacidades políticas a instancias locales, en este caso, a agentes sociales directamente involucrados (pescadores, mayoristas, mujeres transformadoras, transportistas...). El Estado senegalés, desde inicios del siglo XXI, ha otorgado progresivamente el control de los recursos a los servicios y agentes emplazados en el ámbito local. Tras la implantación localizada de agentes representantes de los Servicios de Pesca y Asuntos Marítimos, dirigidos por un jefe de departamento local y supervisados por un inspector regional, el gobierno ha promocionado la creación de los CLPAs (Consejos Locales de Pesca Artesanal). La cogestión se fundamenta en el papel que cumple esta institución para convertir la pesca un sector sostenible motor del desarrollo local.

El CLPA podrá alcanzar cotas que no pudieron otras organizaciones al tener en cuenta especificidades de cada medio local, tanto socioculturales (o étnicas), como socioeconómicas o geográficas; esto queda reflejado en la composición de los propios consejos, que no solo engloban a los representantes de la administración y miembros designados de asociaciones socio profesionales que participan en la pesca, sino que, además, incluyen a representantes de las comunidades locales, a los jefes de aldea o de barrio –dependiendo de si hablamos de contexto rural o urbano–, a los “ancianos y sabios”, como ellos mismos los califican.

La principal subdivisión dentro del sector de la pesca artesanal para la constitución de las asociaciones, y así queda reflejado en la composición de los CLPAs, es y HA SIDO esencialmente, la división ocupacional o socio profesional. Antes de la creación de grandes asociaciones formalizadas, existieron numerosas agrupaciones locales, asociaciones informales que después han servido de base para la constitución de las actuales, como células locales de las mismas. Son, pues, estas asociaciones legalmente reconocidas, y con una dimensión nacional, las que, a través de sus diversos grupos locales, conforman los CLPAs.

Una vez creadas estas instituciones locales para el concierto de los intereses de administración y de comunidades, partícipes o no de la pesca de forma directa, el Estado impulsó en 2009 el proyecto COGEPAS, “COGEstión de las Pesquerías Artesanales de Senegal”, para promover el control de la administración de los muelles de pesca a través del CLPA en algunos de los principales sitios de desembarco del país, siempre bajo la supervisión de los Servicios de Pesca y Asuntos Marítimos. Cuatro fueron las ciudades elegidas en primera instancia: Lampour, Kayar, Joal, Djifer. Progresivamente, este sistema fue adoptándose en otras ciudades y, en 2010, se introdujeron los otros dos puertos principales de pesca artesanal: Mbour y Saint Louis.

Sin duda, los actores locales juegan un papel determinante en la gestión de la pesca artesanal senegalesa a través de los CLPAs, lo que les brinda una oportunidad para el control de los propios recursos marinos. Así, a pesar de comportar distintos peligros –excesiva dependencia de agentes gubernamentales para su funcionamiento, presencia de empresas extranjeras con poder de decisión en la gestión de los propios muelles–, supone una experiencia real de participación en las estructuras de gestión. El asociacionismo, la tendencia a constituir colectivos de apoyo en torno a las actividades socio-profesionales, ha sido realidad en el sector local e informal mucho antes de estar fomentada o incluso reconocida por el Estado. Sin embargo, el contexto actual y la opción de la cogestión imponen la necesidad de revitalizar estas agrupaciones. Un buen comienzo, propuesto desde las propias asociaciones locales, ha sido la inclusión de los jefes de aldea o jefes de barrio, los ancianos y los sabios, autoridades que tienen gran importancia en el desarrollo de la vida social en sus contextos específicos y que pueden otorgar un mayor peso y atraer la implicación de las comunidades.

Extractos de: La pesca en Senegal. Entre el mercado global y la subsistencia comunitaria.